Vida extraterrestre ¿de verdad?




"Un telescopio detecta indicios de vida"  
"Hallan mayor indicio de vida extraterrestre" Estos son los titulares. ¡Parece que hay vida extraterrestre! ¿Será cierto?

Pongamos un poco de ciencia para contrarrestar estos anuncios grandilocuentes.

Busquemos la opinión de Carlos Briones (Doctor en Bioquímica y Biología Molecular, investigador científico del CSIC en el Centro de Astrobiología (CSIC-INTA))

"El exoplaneta K2-18b orbita en torno a una enana roja situada a 124 años luz de nosotros, en la constelación de Leo, tiene un diámetro 2,6 veces mayor que el de la Tierra y su masa es 8,6 veces la terrestre. Resulta especialmente interesante para los astrónomos y astrobiólogos porque es rocoso, posee atmósfera y su temperatura le permitiría mantener agua líquida en la superficie. Por tanto, esta “supertierra” se considera potencialmente habitable y de hecho se ha convertido en uno de los mejores candidatos para la búsqueda de vida fuera del Sistema Solar.

En 2019, utilizando el telescopio espacial Hubble de la NASA (HST) se hizo un descubrimiento muy relevante: su atmósfera contiene vapor de agua. Debido a ello, esa capa gaseosa que envuelve al K2-18b se convirtió en el objetivo de la investigación de diferentes equipos científicos desde 2023, gracias a las extraordinarias capacidades del telescopio espacial James Webb (JWST, de la NASA, la ESA y la Agencia Espacial Canadiense).  

Así, se pudo detectar la presencia de aproximadamente un 1% de metano (CH4) y un 1% de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera de este planeta, claramente dominada por el hidrógeno (H2). Además, se descubrió la posible presencia de trazas de una molécula llamada dimetilsulfuro (DMS, con fórmula CH3-S-CH3), y esto llamó poderosamente la atención porque en nuestro planeta ese es un gas que producen los seres vivos, entre ellos, algunos de los que forman el fitoplancton de los mares. 

                                    

Esa molécula contribuye al característico “aroma a mar” del que se disfruta en la costa, pero a concentraciones más altas es la responsable del desagradable olor de la col hervida.  

Rápidamente, en las redes sociales y también en algunos medios de comunicación comenzamos a leer que “se había encontrado vida” en ese lejano planeta. Los propios responsables del JWST, lógicamente, tuvieron que desmentirlo.  

Y ahora estamos volviendo a vivir esta situación, porque nuevos datos obtenidos con el espectrógrafo MIRI del JWST y publicados hoy mismo confirman la presencia del DMS y de dimetildisulfuro –DMDS, molécula que posee un átomo adicional de azufre– en la atmósfera del K2-18b, donde estaría al menos 20 veces más concentrado que en la nuestra. Debido a que este gas se descompone rápidamente, tal concentración podría sugerir que existe una fuente que lo produce constantemente. Como suele ocurrir, los científicos que firman este interesante artículo son más cautos que quienes lo están amplificando fuera del ámbito académico. 

Realmente, en octubre del año pasado se había publicado que el DMS también puede sintetizarse en los laboratorios de forma abiótica, a través de reacciones fotoquímicas y sin implicación de seres vivos. Además, la misión Rosetta de la ESA ya encontró esta molécula en la coma del cometa 67P/Churyumov–Gerasimenko, y recientemente mis compañeros del Centro de Astrobiología han publicado su detección en el medio interestelar, concretamente en la nube molecular G+0.693-0.027 que está situada cerca del centro de nuestra galaxia. 

Por lo tanto, es evidente que el DMS puede ser sintetizado por la química del cosmos, sin que en su origen esté implicado ningún proceso biológico. Es decir, este compuesto no es un auténtico biomarcador, lo que en astrobiología definimos como una molécula que sólo puede producir el metabolismo de los seres vivos. Tal vez la atmosfera del planeta K2-18b huela a coles hervidas, pero eso no quiere decir que haya vida en ese lejano mundo.  

Es evidente que, tanto los científicos como la población general, esperamos noticias sobre la detección de otros seres vivos más allá de esta canica azul. Nos gustaría no estar solos en el universo. Pero hemos de ser prudentes y pacientes. Cuando –durante estos días, o en el futuro– leamos titulares afirmando que se ha encontrado vida fuera de la Tierra, recordemos lo que ya en el siglo XVIII nos decían el filósofo David Hume y el físico y matemático Pierre-Simon Laplace: “las afirmaciones extraordinarias requieren evidencias extraordinarias”.

Fuente: https://sciencemediacentre.es/un-estudio-halla-una-probabilidad-de-tres-sigma-de-actividad-biologica-fuera-de-nuestro-sistema

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