¿Cómo advertiremos a los futuros humanos sobre el peligro de los residuos nucleares enterrados?
A lo largo de unas cinco décadas, los seres humanos hemos enterrado residuos nucleares en las profundidades del subsuelo, este legado radiactivo puede seguir siendo letal durante miles de años. ¿Cómo podrán nuestros descendientes dentro de unas 500 generaciones identificar dónde y cuáles son estos lugares, y así evitarlos?
¿Cómo comunicar el
riesgo a generaciones que aún no han nacido? ¿Cómo avisar del peligro a
los biznietos de nuestros tataranietos?
Necesitamos concebir
un mensaje que siga siendo útil —interpretable y, por lo tanto, eficaz— en un
futuro.
Posibles soluciones para advertir a los futuros humanos
sobre el peligro a largo plazo de almacén nuclear.
Enormes monumentos alrededor de los residuos enterrados.
Laberintos de
alambradas erizadas.
Zanjas en forma de
relámpago.
Espinas rocosas gigantes que sobresalgan de la tierra en
todas direcciones indicando el lugar contaminado.
Grandes columnas de granito marcando los límites peligrosos.
Murallas de tierra alrededor de la instalación de residuos.
Archivos almacenados por todo el mundo en papel especial de
larga duración, etiquetados con un mensaje semejante a "Conservar durante
10 000 años".
Élite semejante a sacerdotes atómicos que se perpetuarían y emplearían
el mito, la leyenda y un ritual para crear una sensación de tabú en torno a
estos lugares para las generaciones venideras.
Gatos que cambiarían de color en presencia de radiación, el
peligro que representarían se transmitiría a las futuras generaciones humanas
en cuentos populares e historias orales.
Miles de marcadores enterrados alrededor del vertedero
nuclear, con información grabada en materiales duraderos como la vitela
(pergamino hecho de piel de animal), en lugar de en documentos de papel
plastificado o unidades USB.
Escritores-exploradores, artistas-guardianes y
científicos-arqueólogos trabajarían juntos supervisando los emplazamientos
durante muchas generaciones. Los propios emplazamientos se convertirían en
plataformas para la investigación artística.
Arquitectura monumental inquietante, que inspire a la gente
a trasmitir el peligro, a través de leyendas orales.
La propuesta que yo prefiero es la que Thomas Sebeok, publicó en 1984. “Defendía que la forma más sólida de proteger un mensaje frente a la erosión del tiempo profundo consistía en crear una leyenda. Sebeok depositó su fe en el poder y la pervivencia de los mitos. Los almacenes de residuos nucleares debían convertirse en lugares legendarios, malditos, amurallados por una invisible hilera de relatos. Nada es tan resistente y duradero como una historia alojada en la mente humana”
Fuentes:
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