Pensamiento de verano: María Martinón -Torres. Homo imperfectus. Segunda parte

 


 Más ideas atractivas que he encontrado en la lectura de Homo imperfectus:

4.- Miedo social.

Se llama fobia social a la ansiedad desorbitada en situaciones en las que tenemos que interaccionar con otros y sentimos temor a fracasar o ser rechazados.

Como especie social nada puede ser más terrorífico que no ser admitido en una comunidad y si pensamos en nuestros ancestros, la exclusión social podía significar sencillamente la muerte.

Hoy en día, todos sentimos cierto grado de inquietud en diversas circunstancias, por ejemplo, cuando tenemos que hablar en público. Cada vez que interaccionamos con otros seres humanos nos sentimos analizados, bajo escrutinio, aunque, es muy probable que también nosotros estemos juzgando a los demás. Está en nuestra sangre y es la clave de nuestra inteligencia social.

Somos una especie hecha de gente que se preocupa por la gente con un interés casi obsesivo por la vida de los demás. Esa percepción que tenemos de los demás o la que creemos que los demás tienen de nosotros condicionan nuestros actos y nuestras decisiones.

La selección natural no acaba de eliminar esa fobia social, dado que medir el impacto de nuestras vidas en la vida de los demás es sin duda ventajoso para nuestra supervivencia en el seno de nuestra especie, para ser aceptados por la sociedad o valorados dentro de nuestra empresa.

5.- El sueño y los peligros de la noche.

Con lo importante que es el sueño ¿Cómo es posible que la selección natural haya permitido que haya tanta gente que sufra insomnio? ¿Por qué la selección natural no ha eliminado un trastorno tan molesto y tan costoso que afecta a un proceso fisiológico fundamental?

Los humanos somos los primates que comparativamente menos dormimos. Este hecho sugiere que nuestros ancestros podrían haber encontrado ventaja en dormir menos y dedicar más tiempo a actividades que nos requieren desiertos como aprender, socializar, y defendernos de los depredadores.

Muchos cuadros de insomnio serían reliquias de un mecanismo heredado de nuestros antepasados, particularmente útil para defenderse de los peligros que entrañaba la noche al aire libre.

La especie humana está biológicamente preparada para protegerse de los peligros de la noche.


6.- El sueño y las historias.

La antropóloga Polly Wiessner analizó las poblaciones bosquimanas que se reunían al atardecer alrededor del fuego.

Descubrió que el contenido de las conversaciones por la noche, alrededor del fuego, era completamente diferente del de las conversaciones diurnas. Por la noche, se rememoraban hazañas de caza y se recordaba a los ausentes. La capacidad de hacer presentes a los que no están, es una habilidad singularmente humana.

Esta memoria y conmemoración colectiva es crucial para fortalecer el sentimiento de pertenencia a un grupo, a una comunidad que en su gran mayoría trasciende la dimensión física y la temporal, porque está hecha de gente que puede estar lejos o, simplemente, ya no está. Sentirse parte de una comunidad significa que compartes con ella algo más que el presente, que existe de fondo una historia colectiva compartida que nos une y que necesitamos alimentar y reavivar con cierta frecuencia para que no perezca.

Para Wiessner, las conversaciones alrededor del fuego son el germen de la imaginación humana, el caldo dónde cultivamos nuestra necesidad de narrar, de ordenar las experiencias vividas, de hilarlas para encontrarles un sentido, de rebobinarlas y volver a reproducirlas frente a un público atento.

¿Por qué los niños necesitan un cuento para ir a dormirse? Porque está escrito en nuestra historia, obedece a nuestra biología original, cocinada con las brasas del campamento.

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